sábado, 31 de julio de 2010

Lawrence Carrasco: La musa insomne (poemas inéditos)


“Vivo en Madrid, pero sueño en Lima”, confiesa el poeta Lawrence Carrasco (Juanjuí – Perú, 1966) en uno de los textos de su poemario inédito La musa insomne. Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Carrasco ha publicado los poemarios Carmina Prima/Pan con Pescao (1995) y Embriaguez de los días (2000).

También ha publicado el ensayo Las Ideas Estéticas de César Vallejo (2005), al igual que diversos artículos en diarios y revistas del Perú. Actualmente cursa el Doctorado Problemas del pensar filosófico, en la Universidad Autónoma de Madrid.

En esta ocasión ofrecemos algunos poemas de La musa insomne y un video realizado a partir del poema Cáncer que también forma parte de este libro.

En La musa insomne las palabras prevalecen frente a todo tiempo y circunstancia existentes; están siempre despiertas, aguardando el momento exacto de cantarle al mundo o devolverle su voz original o su silencio.



POEMAS INÉDITOS



VÁSTAGO EN URNA DE HUESO


al pintor Mario Curasi


Tus colores que rezuman savia del cielo
intrepidez y asombro de piedra y agua
vástago en urna de hueso que la luna encima
sol de fruta y quejido tapiando la noche
desnudas legumbres con vigor anhelas
demonios de cuernos violeta y niños de oro
se acercan a la ventana lanzando piedras
al pozo de tu inocencia
gris se parte la tarde sobre las flores del hogar
oliendo a pan fresco y maíz silba el mendigo
similitud de las lágrimas
criminal sopor de cuerpos amándose
con desprestigio del alba calva dudas sangre
perros meando caliente en la esquina fría
mientras la puerta se abre golpeando muñecas
y sueños triturados en tu cráneo
lamen la piel felposa del día agrietado
de odios y banderas palpas la vulva en sazón
y sonríes
Saqra
pues estás vivo.



CALLE DEL DESENGAÑO


Cuelga un horizonte acuchillado
del visor de un coche
en la calleja esa, la “del desengaño”.
Los transeúntes deambulan desorientados y atávicos.
El semáforo parpadea agobiándolos: rojo, verde, ámbar.
La ciudad purifica sus culpas.
Corazón mutilado por hachazos de olvido.
Ella se encoge de frío en su abrigo raído
y me escupe con sangre:
“te quiero, boy”.

Y sonrío.



DESDE EL COLCHÓN

para los Cultivo


La noche se imprime en rojo, y otorga honor a la querella.
Me arden los ojos,
¿será por la macoña?
y es propicia la ventura en nuestras bocas.
Suenan las botellas
suenan nuestras voces
los abrazos, también suenan,
ni qué decir de nuestras risas.

Por momentos el viento se embriaga
y danza con nosotros
Rudy, Renato, Eduardo,
Juan Ramón, mi hermano por la izquierda,
y a veces, también Walter,
mi hermano por la derecha.

Todos danzamos
ebrios de yonque
en el centro oscuro de este universo infausto
la canción de las cenizas y el laberinto.
Nos mueve los pies nuestra angustia
la desesperación las caderas
los brazos la soledad
y la cabeza que gira, y gira, y gira
de rabia
por nuestros muertos
y, cosa extraña,
nuestras inmensas,
monstruosas,
ganas de vivir,
hermanos.



VIVO EN MADRID, SUEÑO EN LIMA


Lo que una vez te dije
café por medio, y Ribera del Duero,
¿te acuerdas?
en Lavapiés, cuando la lluvia besaba los cristales
del Café Barbieri
y nuestras mentes habían sido violadas impunemente
por Warhol y The Factory
en La Casa Encendida.

Lo que tú quieras,
mis pasos acarician mi sombra bajo el sol castellano
y después de Madrid, al cielo,
pero de noche, en mi habitación,
en soledad sola, cuando mi cuerpo calienta mi alma
mi sombra acaricia mis pasos bajo el sol limeño.
Nostalgias, renacimientos y tristezas.
Pues
vivo en Madrid, pero sueño en Lima.



VACAS


Aguijoneándome en el balcón de la tarde.
Rota la laringe, estiércol fresco y humeante,
caminamos con Lito al borde de la carretera
protegidos por los cerros de Comas y Carabayllo.
Estruendo de roca caliza, fulgor de huesos, tejidos
rojo y negro,
flautas de músicas insomnes, seculares
y a lo lejos, el establo y el
muuu de las vacas,
penetro en sus ojos, mundo bestial y calmo,
bebo de sus ubres la vía láctea
el infinito.
Y la orfandad de mis ansias
triza la tarde,
y todo anhelo se ahoga en llanto
sobre su piel caliente y sucia
de inmediatez y sino errante.



ENCUENTRO EN UNA CALLE


Caminando por Madrid, veraniego, perdido,
¿para arriba o para abajo?
¿derecha o izquierda?
buscando la Travesía de San Mateo
fugaz aparición,
para salvarme llegaste,
llameante tu sonrisa
qué digo, tu universo
y esos bellísimos ojos negros,
casi estrábicos
y tu figura humeante
tu cabellera de aguamarina
abundante y ondulada como ríos basálticos
orientaron el camino a casa
mas desorientaron
mi deseo y mi aventura.

Desde esa tarde
una lágrima encadenada aún espera tu retorno.
Y tu nombre.



LISBOA


Llegamos a Lisboa de noche
cruzando el Tajo con una nao oscura
sólo iluminados por el puente –sin claveles-
y luego
por las luces de la Praça do Rossío.
Buscando en cada pessoa, a Pessoa
a todos los Pessoas que poblaron
míticamente
Lisboa.
Encontrando sólo al tabaquero ése
saliendo del estanco
y el Castelo da Sâo Jorge
el tranvía amarillo
y otra vez el Tajo
hendidura acuosa de los mundos
espejo que nos devuelve los ojos, la mirada barroca
hacia arriba
el cielo azul, esplendente
de los Jerónimos
y tu tumba, Fernando,
y la de tu padre, el lusitano
Camôes.



PARKING


Todo lugar es bueno para la poesía,
no creas.
Todo lugar,
hasta un parking,
en Alcobendas.
Ya lo sé,
recorres el primer,
el segundo y el tercer sótano,
contabilizas los coches
controlas las entradas
y las salidas,
y entre uno y otro
robas un poco de tiempo
lo atesoras
y lees
y sueñas
y escribes
ahí también,
no creas
como un topo
o como Orfeo saliendo de los infiernos,
ahí mismo
te visitan las musas
¡oh, musa insomne!
pues como Heráclito,
ya sabes,
el griego ése, el oscuro,
el del fuego y el logos
y el alma húmeda
y seca,
los dioses
también son buenos con la poesía,
no creas,
en todo lugar
hasta en un parking,
en Alcobendas.



CÁNCER