miércoles, 7 de abril de 2010

Poemas de “La unidad de los contrarios” de Luis Eduardo García López, Premio Copé Bronce 2009

Esta última edición del Premio Copé de Poesía es para mí prodiga en reencuentros. Al anunciarse los resultados, vuelven a mi memoria, luego de muchos ríos, lagos y océanos recorridos física o espiritualmente nombres como los de Boris Espuzúa Salmón (Puno, 1960) y Luis Eduardo García López (Piura, 1963). Con Luis Eduardo, a pesar de que vivimos lejos, mantenemos siempre una amistad a carta cabal, no frecuente pero rotunda, basada en la solidaridad, el amor a la poesía y sobre todo a la belleza y la verdad.

El día que llamé a felicitarlo, me dio las gracias pero al mismo tiempo me manifestó su profunda tristeza: su madre había fallecido. Todavía estaba lúcida cuando le di la noticia, se alegró al saberlo, me dijo el poeta de Teorema del navegante. Cosas de la vida, cosas de la muerte; caminan juntas y a veces cada una se va por su lado. Alegría y tristeza, Unidad de los contrarios, la unidad de la existencia. En el fondo de la noche es donde habita la luz. La poesía salva, Luis Eduardo, una vez más nos salva.


POEMAS DE
LA UNIDAD DE LOS CONTRARIOS
DE LUIS EDUARDO GARCÍA


1

El amor puede estar allí,
en el ojo del huracán,
pero nadie lo ve o lo escucha.
Uno puede estar envuelto
en un dulce torbellino
y no saber en qué dirección
se desplaza el viento de la vida.
Amar es una aproximación
cuando alguien lo permite.
Si por mala fortuna
el viento pasa en sentido contrario
o cruza el pecho de los hombres
como una sombra muda,
el universo pierde su estela de luz
y cae como un castillo de naipes.
En realidad, esa es la metáfora.
Amar sin ser amado
es una catástrofe de la especie,
aunque le ocurra a un solo hombre.


8

Cuando seamos viejos
y se apague el incendio
iremos al rescate el uno del otro
como dos bomberos jubilados.
Espero que tú me sobrevivas
con tu traje anti-incendios
y cruces la ciudad de extremo a extremo
tomada de mi mano agonizante.
Mi corazón seguirá el ulular de la ambulancia,
tú sangre bajará suave por un tubo,
entrará por el extremo de mi vena
y alcanzará el centro del amor.
Tómalo así:
la mitad habrá encontrado a su gemela.


10

Un maestro lo consideró fuego helado,
herida que duele pero no se siente;
otro beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho y amar el daño;
y una mística vivir sin vivir en sí
o morir por no morir de verdad.
Fuego, herida, veneno, daño,
vida o muerte, muerte o vida.
Que los polos opuestos se atraigan
o que los iguales se repelan
no quita que el amor sea a veces
la unidad de los contrarios.


18

Lo que buscamos no está en el
lugar que afanosamente
queremos convertir en nuestra morada.
Lo que anhelamos no consiste en el
afecto que, a pesar de todo,
esperamos preservar para el futuro.
Lo que soñamos no comprende ni el
bien querido ni el mal odiado,
tampoco la cicatriz de la indiferencia.
Lo que decimos no incluye en verdad
un plan de vida o un proyecto de suerte.
Lo que vivimos
pasa a todo tren por una estación abandonada,
a toda máquina
por una carretera que ya nadie transita,
a toda vela
por un mar a punto de secarse
y muy lentamente
por el largo camino del error.
Lo que hallamos,
niña de mis ojos,
no es más que la imagen fugaz
que miramos en el espejo cada noche.


(*)La foto abridora ha sido tomada de http://la-fortaleza-de-la-soledad.blogspot.com/2008_03_01_archive.html, blog de Gabriel Ruiz Ortega.



Juan Carlos de la Fuente, Manuel Liendo y Luis Eduardo García, en Trujillo (febrero, 2009).


2 comentarios:

augusto rubio acosta dijo...

eduardo garcía es uno d elos grandes y silenciosos poetas del interior del país. me alegra que se reconozca su trabajo. hace unas semanas en la ciudad de la primavera no pudimos conversar con el poeta. ya regresamos por trujillo!

Unknown dijo...

Saludos a Luis Eduardo por el merecido reconocimiento y gratitud a Juan Carlos por la difusión de estos muy buenos poemas.