jueves, 24 de septiembre de 2009

MARTÍN ESPADA: LA POESÍA ES EL LENGUAJE DEL FUTURO

Martín Espada (EE.UU., 1957), a quien se le considera el poeta latino de su generación es, como él señala, un puertorriqueño de Nueva York. Entre otros libros, Espada ha publicado "The Republic of Poetry" (2006) por el que recibió el premio Paterson y con el que fue finalista del premio Pulitzer, "Imagine the Angels of Bread" (1996) con el que obtuvo el American Book Award, "Alabanza: New and Selected Poems" (2003) y "Rebellion is the Circle of a Lover’s Hands" (1990).

En una entrevista realizada, en el marco de la presentación en Chile de la versión en español de "La República de la Poesía" (MAGO Editores/ Carajo, Alianza editorial, marzo de 2007), el poeta dijo que busca “un concepto de justicia y de dignidad para todo el mundo, en el que la poesía es el lenguaje del futuro". Ahora, su "verso agudo y certero" ha llegado a España a través la antología “Soldados en el jardín”, como lo informa la agencia EFE en el siguiente artículo.


LA OBRA DEL POETA PUERTORRIQUEÑO MARTÍN ESPADA LLEGA A ESPAÑA


Denver, 23 sep (EFE).- La antología poética "Soldados en el jardín" lleva al español el verso agudo y certero del destacado poeta puertorriqueño de Brooklyn, Nueva York, Martín Espada.

Conocido en EEUU como el "(Pablo) Neruda de los poetas norteamericanos", Espada es uno de los escritores latinos de mayor renombre, que ha obtenido prestigiosos galardones como el Premio Americano del Libro y el Robert Creeley por su obra en inglés.

Esta antología, publicada en España en la Colección Salamandria de El Gaviero Ediciones, es una muestra representativa de su trayectoria poética en las últimas dos décadas.

Organizada por temas en siete secciones, "Soldados" es testimonio del peso poético de Espada y de su compromiso indeleble con la justicia social.
La primera sección, "La ballena blanca", reúne siete poemas en torno a la universalidad de la poesía como derecho inalienable del ser humano, entre los cuales se incluyen poemas tan conocidos como "El poeta en la nevera" y "Los poetas fugitivos de Fenway Park".

En las secciones "Abogado de oficio" y "Los Espada" aparecen poemas para los cuales el autor ha hurgado en su historia personal y familiar en busca de materia prima para su quehacer poético, como "Mi vida: alas de temor" y "Me llamo Espada".
Dos constantes en la poesía de Espada son Chile y Neruda, país y poeta que han dejado una marca profunda en la poesía de Espada tras su prolongada estadía en el país adonde fue invitado como poeta en 2004.

En su célebre poema "La república de la poesía", Espada invierte imágenes de terror del Chile de la dictadura militar y las reemplaza con imágenes de esperanza, pero sin ocultar el llanto:

"En la república de la poesía", escribe, "los poetas alquilan un helicóptero / para bombardear el palacio presidencial / con marcapáginas poéticos / y todos en el patio / corren a atrapar algún poema / que revolotea en el cielo, / cegados por el llanto."

"Soldados" toma el título de un poema de Espada, con el que precisamente cierra la antología, que relata la noche en que militares chilenos se aparecieron en la casa de Neruda, para aquel entonces enfermo de gravedad.

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Aquí puede leer una entrevista al autor.



UN POEMA DE MARTÍN ESPADA


El poeta en la nevera

para Brandon


–Tenemos un problema con Brandon
–dijo el ayudante del alcaide.
–Es poeta.

En el correccional
esa poesía del demonio disparó el puño de Brandon
contra la frente de otro interno.
La metáfora, ese genio vacilón, le hizo tirar
al suelo la bandeja de otro chico.
El estribillo staccato que rimaba en su cabeza
le ordenó que escupiera y maldijera
a enemigos que le sacaban cincuenta kilos.
El hambre de disciplina corroía sus entrañas.
Una y otra vez dos guardias lo arrastraban
hasta la nevera, una celda de aislamiento,
mampostería de silencio palpada por vagabundos alucinados,
rebeldes a la espera de ejecución, monjes en rezo.

–Entonces caímos –dijo el ayudante del alcaide.
–Él buscaba pelea para que lo encerrásemos
en aislamiento, donde pudiera escribir.

La nevera: allí la poesía era un saltamontes en el cuenco de sus manos,
lápiz cincelando letras a lo largo de su cuaderno
como gestas de un faraón sobre los muros de una pirámide;
metáfora derramada de la luz que atrapaba
en sus párpados, lámparas de palabras incandescentes;
rima armonizada por voces
de bisabuelas y aparceros cantantes de blues
cuando el sueño comenzaba a silbar en su aliento.
Y el frío era una manta para él.

–Hemos pillado a Brandon –dijo el ayudante del alcaide.
–Hemos dejado de castigarlo. Sabe
que cada infracción significa que se queda más tiempo aquí.

Esta noche hay poetas
que versifican vacaciones en la Toscana,
la villa en la colina, la luz del amanecer,
poetas que fijan su vista en la pantalla del ordenador
e imaginan mata-cucarachas
disuelto en el café
de la comisión que les negó su cargo;
poetas que apuran botellas de whisky
y orinan sobre los zapatos de sus discípulos;
poetas que no concilian el sueño al contemplar
la extinción del pentámetro yámbico;
poetas que miran al cielo, esperando que el poema
caiga como un rayo blanco a través de la oscuridad.

Brandon sueña con el castigo,
robar las llaves a un carcelero adormilado
y encerrarse en la nevera a escuchar
el rascar de su lápiz
como uñas en la piedra de la mazmorra.



(Martín Espada, Soldados en el jardín
El Gaviero Ediciones, 2009
Traducción: Diego Zaitegui y Pedro J. Miguel).


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