jueves, 3 de septiembre de 2009

ANNA GALVALDA: EL CORAZÓN LITERARIO DE FRANCIA


"Yo tengo gran facilidad para la facilidad" dice Anna Gavalda (1970), quien es el nuevo boom francés de la literatura romántica, y lo dice tal vez porque su obra es romántica sin culpas ni remordimientos, acodada en el día a día y en lo que tiene de nuevo esta época en la que discurrimos asombrados de no estarlo, alelados por la velocidad y las basuras morales de todo calibre.

Facilidad también para escribir y llenar cientos de cuartillas con suma intensidad es lo que tiene esta escritora que, luego de recorrer infructosamente por muchas editoriales y ser rechazada (historia común a muchos escritores), publicó "Quisiera que alguien me esperara en algún lugar", y de inmediato ocurrió lo inesperado: fueron miles las personas que la esperaron libro en mano para que les firmara autógrafos. Allí comenzó su fama.

Ha publicado tres novelas: "La amaba" (2002), "Juntos, nada más" (2004) y ahora "El Consuelo" (2008 y 2009). La revista Que-leer publica un artículo sobre este fenómeno francés que ha vendido diez millones de ejemplares en el ámbito mundial.


ANNA GAVALDA: EL CORAZÓN LITERARIO DE FRANCIA


Texto Susana Martínez


Anna Gavalda saltó a la fama en 1999 con su libro de relatos "Quisiera que alguien me esperara en algún lugar", publicado en nuestro país en 2005 por Seix Barral. Estas doce historias breves pero intensas, que explican las distintas encrucijadas en las que en ocasiones la vida nos coloca, han hecho las delicias de un millón de franceses. La intensidad emocional de sus historias, relatadas en un elegante estilo de frases cortas, muy próximo a la cotidianidad y a los referentes actuales, han convertido a esta escritora de 37 años en el último fenómeno editorial del país galo. Cuando se la acusa de practicar una escritura sencilla, ella responde: “Yo tengo facilidad para la facilidad”.

Del Carrefour a la fama


Estudia literatura moderna en la Sorbona y da sus primeros pasos en la escritura colaborando en el diario del Carrefour y reescribiendo historias para el sello de novela romántica Arlequín. Después presenta una primera historia al concurso de la biblioteca de Melun y gana el primer premio. Ese reconocimiento la anima a seguir escribiendo y envía historias a cinco concursos más, para alzarse con los cinco. Tras esa primera época de concursos, llega su libro de relatos Quisiera que alguien me esperara en algún lugar. Una docena de editoriales rechazan el manuscrito argumentando que los relatos cortos no se venden. Será el pequeño sello Dilettante quien finalmente lo publique, y en sus filas obtendrá el Gran Prix RTL-Lire 2000. El éxito será inmediato.

Ocho años después, Anna Gavalda ha publicado su tercera novela, El Consuelo. Sus libros han vendido diez millones de ejemplares en todo el mundo y están traducidos a 38 idiomas; los dos últimos, el islandés y el vietnamita. El director de cine Claude Berri ha llevado a la gran pantalla una de sus novelas Juntos, nada más, que ha sido vista por dos millones y medio de franceses, y Zabou Breitman prepara la adaptación de La amaba. Pero, a pesar de este éxito y las ofertas de grandes editoriales, se sigue manteniendo fiel a Dilettante, que creyó en ella cuando todas las demás la rechazaron: “prefiero ser una princesa de un pequeño mundo que cortesana en un gran castillo”. Y su fidelidad se extiende también a las librerías. Siempre que se plantean firmas o encuentros con los lectores, tienen prioridad las cinco primeras librerías que la apoyaron con su ópera prima, entre las que se encuentra una de las más pequeñas y con más encanto de París, L’Astrée.

Ese querer seguir viviendo de forma discreta y con los suyos se manifiesta también en las pocas entrevistas que concede, evitando así exponer su vida al público. No obstante, si la entrevista es por correo electrónico, no tendrá ningún inconveniente en contestar. Siempre, claro está, que sean preguntas relacionadas con sus libros y no con su vida privada.

A pesar de no querer exponerse a los medios, Anna Gavalda no es una anacoreta que se esconda del mundo. En el Salón del Libro de París estuvo firmando autógrafos a sus lectores durante más de cuatro horas. Acompañada por su estuche de lápices, se aplica a realizar una dedicatoria personalizada para cada uno de ellos, e incluso dibuja motivos para la ocasión, como un bonito pastel si la novela es para un regalo de cumpleaños. Tampoco se negará a realizar una lectura a unos chavales aunque sea en un recóndito instituto pero posiblemente dirá “no” a una entrevista en televisión.


Llega “El consuelo”


Los lectores han tenido que esperar cuatro años a la nueva novela de Anna Gavalda, El consuelo, que en Francia apareció con una tirada inicial de 300.000 ejemplares. Desde su salida se situó en los primeros puestos de las listas de más vendidos, y eso que tuvo problemas de distribución, porque más de 60.000 ejemplares resultaron defectuosos por errores de imprenta.

Esta novela prolonga su historia a lo largo de quinientas páginas largas, por lo que resulta más compleja que las anteriores. El inicio del libro exige al lector un esfuerzo para entender la trama, ya que más que nunca Gavalda usa frases inacabadas e interrupciones narrativas, que crean cierta confusión a la hora de saber de qué personaje se habla en cada momento y hacen más laboriosa la entrada al mundo que nos presenta. Sin embargo, una vez superado ese momento de incertidumbre, la ternura de la historia y la tersura de la prosa terminan cautivando al lector. De hecho, en la segunda edición (y ante las quejas que le expresaron algunos de sus lectores, además de críticas como la de la influyente revista Lire) la autora añadió algunos pronombres personales para facilitar la comprensión, pero sin desvirtuar su idea inicial: “quería utilizar este tipo de lenguaje, hacer sentir que Charles Balanda es una marioneta a la que le han cortado la mayor parte de los hilos”, se justifica. Lo cierto es que, a medida que avanza la trama, la sensación de desorientación va desapareciendo, también en el estilo. Todas las brumas se van clarificando, incluso en el devenir del protagonista. De hecho, Gavalda es una firme partidaria de los finales felices o como mínimo optimistas. El título de su último libro encierra también esa idea. El término “Consolante”, El consuelo en castellano, se emplea en petanca y, tal y como nos explica la propia autora en un momento de la historia, se refiere a la partida en la que no hay nada en juego y que tiene lugar tras la revancha para que todos los participantes se marchen con buen sabor de boca.

Para seguir leyendo.


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