jueves, 30 de julio de 2009

"La Mujer Es Ponja"

Conocí a la poeta Doris Moromisato Miasato, cuando estudiaba Derecho y Ciencias Políticas en La Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Aún recuerdo los poemas que por entonces escribió y que no han dejado de crecer con el tiempo.


Algunos de ellos, como una forma especial de vasos comunicantes, forman parte de cada uno de los libros que ha publicado a lo largo de estos años, y muestran el camino decidido por aquel entonces: el arte y la literatura, a la vez que ratifican una vida intensa, acompañada desde siempre por libros y palabras escritas, su verdadera pasión.

Ese camino nació en Chambala (Lima) y ahora estoy seguro que la acompaña en la nueva edición de su poemario "La Mujer Es Ponja" (la anterior publicación data de 2004), que se presentará el viernes 31 de julio, a las ocho y treinta de la noche, en la Sala José María Arguedas de la Décimo Cuarta Feria Internacional del Libro de Lima (FIL). Los comentarios estarán a cargo de Rocío Castro Morgado, Morella Petrozzi, Olga Rodríguez Ulloa y Gaby Cevasco por Ediciones Flora Tristán.

Les dejo, como muestra, dos poemas de "La Mujer Es Ponja":



Escena de Familia / con mujer adentro

Desvistes tu cuerpo
palpas en silencio el origen de tus pechos,
no te detiene el ruido de sus voces
avanzas sigilosa hacia la punta de tu miedo.
Tu familia cena esta noche la misma rutina,
trafica en la mesa los escombros de un día deshecho
Tú bajas hacia tu vientre caliente que te espera
como un negro pájaro la noche se instala en tu pubis
aletea y empieza a llover sobre tus muslos
Tu padre, ruidosamente, traga la sopa y eructa
tu madre se queja y hace lo mismo
tus hermanos se miran y la imitan
Tú te dejas caer sobre tu nuca
mansa, te abandonas al placer de tus orillas
Una boca escupe sobre el piso
Tu boca se abre lentamente
Otra boca lanza groserías
Gimes, no te explicas
Alguien arrastra los pies y sale a la calle
Dentro de ti otra tiembla cuando tiemblas
rehace el perfil de tu cintura
por la curva de tus nalgas se resbala
Tu padre derrama el vino sobre la mesa
Tú te derramas en un suspiro
Maldice a tu madre, tira la puerta y se marcha,
tu madre limpia y se llena de grasa
Tú, de rocío
Recoge los viejos trastos y su viejo destino
Tú aprendes a amarte con esa que te imita
Tu madre llama, se enfría la sopa
Abres la puerta, miras a la mesa
y del triste cajón de tus quince años
extraes una sonrisa.


La Mujer Esponja

¿Qué soy, quién soy?
Un punto bajo la luna
una despensa de su luz
y la luna
un punto verde
atrapado en el diminuto punto que soy yo.
Su inmensidad en mis pupilas
su nocturna y anciana caminata
la curva de su vientre atrapada en mí.
La luna,
soy yo.
Criatura que estira sus patas
bajo la luna
glándulas, salivas, metacarpos
atraviesan la noche
costras, paranoias, bilis
ganglios, obsesiones, bruma
sostienen la leyenda.
¿Qué soy?, pregunto a una hoja del hibiscus.
Veinticinco millones y no hay lugar para mí.
Mi bisabuelo no peleó por el salitre
mi abuela no enterró sus huesos aquí.

Ovarios, verborrea, la cicatriz de una tuberculosis
en el antiguo mapa de mis pulmones,
caries, laberintos, diástoles, desolaciones.
¿Quién soy?, me pregunto.
La luna brilla en la hoja del hibiscus.
Ah, la luna, la luna...
Tú no dudas, le digo, tú no te amilanas.
Cada noche despiertas
y ruedas
la anciana ruta de tus patas.
¿Qué soy?
Arterias, rutina, salmonellas, prejuicios.
Arranco la hoja del hibiscus
guardo la luna en mi bolsillo
guárdome con ella.
Otra noche.

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