jueves, 12 de marzo de 2009

DONDE TODO TERMINA ABRE SUS ALAS

Donde todo termina y todo comienza, Blanca Varela (1926-2009) ha abierto hoy libremente sus alas, para volver a ese puerto que existe más allá de la memoria, a ese mar en el que puede navegar todo aquel que se embarque en el descubrimiento de su poesía. Un mundo lleno de una extraña belleza, donde la intensidad de sus versos nos refleja esa parte de nuestra existencia que aún no hemos visto o que nos rehusamos a ver. Señora de la soledad y de la melancolía, de la verdad por sobre todas las cosas, incluso, por sobre sus propias cosas, Blanca Varela camina dentro de nosotros, más viva que nunca.


Puerto Supe


Está mi infancia en esta costa,
bajo el cielo tan alto,
cielo como ninguno, cielo, sombra veloz,
nubes de espanto, oscuro torbellino de alas,
azules casas en el horizonte.

Junto a la gran morada sin ventanas,
junto a las vacas ciegas,
junto al turbio licor y al pájaro carnívoro.

¡Oh, mar de todos los días,
mar montaña,
boca lluviosa de la costa fría!

Allí destruyo con brillantes piedras
la casa de mis padres,
allí destruyo la jaula de las aves pequeñas,
destapo las botellas y un humo negro escapa
y tiñe tiernamente el aire y sus jardines.

Están mis horas junto al río seco,
entre el polvo y sus hojas palpitantes,
en los ojos ardientes de esta tierra
adonde lanza el mar su blanco dardo.
Una sola estación, un mismo tiempo
de chorreantes dedos y aliento de pescado.
Toda una larga noche entre la arena.

Amo la costa, ese espejo muerto
en donde el aire gira como loco,
esa ola de fuego que arrasa corredores,
círculos de sombra y cristales perfectos.

Aquí en la costa escalo un negro pozo,
voy de la noche hacia la noche honda,
voy hacia el viento que recorre ciego
pupilas luminosas y vacías,
o habito el interior de un fruto muerto,
esa asfixiante seda, ese pesado espacio
poblado de agua y pálidas corolas.
En esta costa soy el que despierta
entre el follaje de alas pardas,
el que ocupa esa rama vacía,
el que no quiere ver la noche.

Aquí en la costa tengo raíces,
manos imperfectas,
un lecho ardiente en donde lloro a solas.


(De "Este puerto existe" (1959), Blanca Varela)



BLANCA VARELA EN EL PROGRAMA PRESENCIA CULTURAL EN EL AÑO 2006


Primera parte




Segunda





Tercera





Canto Villano

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