sábado, 14 de febrero de 2009

Huidobro o la búsqueda del mundo anterior

“Hace poco, en Madrid, fue develada una placa en honor de uno de los mayores poetas hispanoamericanos de todos los tiempos. La placa dice: "En esta casa vivió en 1918 el poeta chileno Vicente Huidobro, fundador del Creacionismo y renovador de la poesía en español". En el mencionado año, Huidobro se instaló en el número 6 de la céntrica Plaza de Oriente, próximo al Teatro Real. Cerca de su placa hay otra que recuerda que en el mismo edificio vivió, en 1863, otro inquilino memorable, Giuseppe Verdi, mientras dirigía su ópera “La forza del destino", en el Teatro Real.


El creacionismo de Vicente Huidobro no fue realmente una escuela, ni siquiera un movimiento literario; fue más bien una vuelta a los orígenes de la poesía, a los tiempos en que no era necesario buscar, porque vivíamos inmersos en el hallazgo. Eso es la obra de Huidobro. No un acto contemplativo, sino la certeza de que la dinámica creativa nos distancia de este mundo, para remitirnos a otro en el que las palabras recuperan su significado esencial y las imágenes vuelven a presentarse por primera vez.

Desde sus textos iniciales el poeta pugna contra una concepción de la vida, que se distancia de la vida misma. Así corre el año 1914, cuando publica el libro “Pasando y pasando”, una visión anticlerical que motiva su expulsión del colegio de San Ignacio, en Santiago de Chile, y la determinación de su progenitor de quemar la edición.

El orden que le impone el mundo es, para él, un verdadero desorden. Años después viaja a París y de allí a Madrid. Entonces decide otorgar a sus ideas un soporte teórico sólido, producto de valiosos encuentros con célebres personajes de la época, artistas como él, entre los que se hallan Reverdy, Juan Gris, Breton y Apollinaire. En los trabajos de este último encuentra, probablemente, un punto de partida para la estructuración de sus ideas estéticas. La poesía visual de Huidobro posee una estrecha vinculación con los caligramas de Apollinaire, y sus imágenes parecen ser una especie de representación de la realidad a través de los signos del lenguaje, como aquél célebre poema llamado “La capilla aldeana”, cuyos versos semejan precisamente un oratorio.

Para Huidobro: “Las palabras tienen un genio recóndito, un pasado mágico que sólo el poeta sabe descubrir porque él siempre vuelve a la fuente”. Y es que, solamente despojando a las cosas de sus nombres y regresando al momento en que mantenían una comunicación directa con el hombre, vía sensaciones o actos concretos, el creador recobra un mundo perdido para la poesía, de donde la “palabra interna” emerge, limpia, “pues la poesía es un desafío a la razón” y “la única razón posible”.

Por eso, lucha contra las convenciones del sistema. Vuelve a Chile, su tierra de origen, y emprende una lucha tenaz contra los representantes de lo establecido. Animado por un sector de estudiantes en quienes ve, tal vez, a personas no contaminadas aún por la razón, participa como candidato a la presidencia de la república en el años 1925; e inicia además una crítica implacable contra los sectores políticos de entonces. Víctima de las agresiones verbales y físicas de sus opositores e ignorado por los medios de comunicación masiva, fracasa en su carrera hacia el gobierno, pero ha cumplido su cometido: “Sacudir el amodorramiento de la siesta española”, según sostiene antes de abandonar su país.

Nuevamente en Europa, retoma un trabajo iniciado en 1919 y lo publica en 1931 bajo el título de “Altazor o El viaje en paracaídas”, texto en siete cantos, en el que se encuentran plasmadas sus reflexiones sobre el arte de la poesía y es latente el testimonio de un itinerario terco, apasionado, inacabable por reductos de la palabra, por el interior de las cosas, en el que él mismo se pregunta: “¿Cómo podré dormir mientras haya adentro / tierras desconocidas” y afirma, después: “Sólo en las afueras de la vida / se puede plantar una pequeña ilusión”. Como si este viaje, a veces inconcluso, fuese su único sentido existencial y llevara dentro una “…angustia de lo absoluto y de la perfección / Angustia desolada que atraviesa las órbitas perdidas” y lo dejase caer, sin parar, “al fondo de la sombra”.

En 1948, el poeta muere de una hemorragia cerebral causada por las complicaciones de una herida sufrida en 1944, cuando junto con las tropas aliadas ingresa a tomar posesión de Berlín. Durante este suceso, logra apoderarse nada más y nada menos que del teléfono personal que Hitler utilizaba para trasmitir sus apocalípticos mandatos. Quizás, tomar control de este objeto, sea la última gran metáfora biográfica de Huidobro: recobrar el sentido primigenio de las cosas, antes de que las palabras nacieran.


(De "Contra Señas")



Verdi: Obertura de "La Forza del destino”


Overtura de "La forza del destino”



LA FORZA DEL DESTINO
Giuseppe Verdi (1813 – 1901)
Libretto : Francesco Maria Piave y Antonio Ghislanzoni

Ópera en 3 actos
Obertura
Orquesta de la Metropolitan Opera de Nueva York
Dirige el maestro James Lévine (1984)

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